de un hogar que se torna jaula.
Es frágil, de porcelana fría.
La mujer florero es obediente y sumisa,
llega la hora y prepara el té;
agua y flores para hervir sus cadenas.
Cadenas presas por déspotas y tiranos,
que esperan sentados a que llegue la moza
con la tetera por delante, y el puñal detrás.
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