domingo, 17 de julio de 2016

Cigarillos

"Simplemente no podemos vivir por nada, siempre hay algo que te proporciona esas fuerzas que necesitas para lograr tus objetivos", declaró él. 
"No lo entiendes, yo no tengo objetivos, no tengo nada por lo que vivir, así que vivo por nada", sentenció ella. 
Aquella era un conversación entre dos desconocidos. Ella, cargaba demasiado en sus espaldas. Él, demasiado poco. Sólo hacía unas horas desde que se habían conocido; sólo quedaban ellos entre los reunidos. Ellos y los restos de vodka en sus alientos. Restos de una reunión de conocidos desconocidos. 
Ambos quedaron callados, tumbados sobre el césped de aquel parque desierto. De una mano a otra circulaba un cigarrillo que compartían a medias. 
"Y tú qué, ¿fumas?", le había preguntado él mientras sacaba una cajetilla de cigarillos. De los baratos, claro. Los lujos eran para otra clase de personas. Adultos con trabajo, por ejemplo. 
"Sí bueno, alguna vez que otra, ya sabes, cuando alguien te ofrece nunca lo puedes rechazar", mintió ella. La más absoluta verdad era que ella nunca había fumado. Jamás en la vida. Verdaderamente, las personas de su entorno sí lo hacían, pero ella había rehusado de caer en lo mismo que ellos. No era consciente de por qué había soltado aquellas palabras por su boca, simplemente salieron, pero ahora que lo había hecho no había vuelta atrás. 
Compartieron un cigarillo. Y un silencio. Y otro trago de vodka. Y luego sus visiones de la vida. Y él sus sueños, y ella sus pesadillas. Y se dieron cuenta de que eran la luna y el sol, pero que sus engranajes encajaban entre sí. Y primero pequeños roces. Y luego se hundieron uno en la piel del otro. Y sus labios entumecidos. Y su excitación posaba para los mejores pintores franceses. Y fueron la luz más fogosa en el gélido cosmos. 
Finalmente él se marchó. Pero ella nunca lo hizo. Ella nunca terminó de abandonar aquel parque inhóspito en el que ahora residían sus monstruos. 

© the blue chaos
Maira Gall