De amores fugaces de verano,
de atardeceres salados en la arena
y noches a la intemperie de las estrellas.
De lo efímero del momento
y de lo que tarde o temprano tendría que caducar.
De las cenizas del fuego más intenso,
y los recuerdos gravados al volver a caminar.
De ti,
de mí,
de lo que nunca fuimos,
de una historia incompleta, inempezada.
viernes, 8 de septiembre de 2017
El último latido del alma
Apagarnos de un soplo. Cortar por lo sano y arrancar la tirita de un tirón. Dejarnos de rodeos e ir con la verdad por delante. Aunque la hayamos olvidado; aunque se esconda; aunque duela.
Pararme a pensar. A pensar a en mí. En lo que me hiere y me impide caminar. Juntar mis pedazos de nuevo, quebrados desde hace demasiado. Volverlos a unir pero no con los tuyos. Porque has dolido como el último latido del alma y ya no me quedan centímetros en la piel para cubrir de tiritas.
Me dueles y te duelo.
Me sanas y te sano.
Pararme a pensar. A pensar a en mí. En lo que me hiere y me impide caminar. Juntar mis pedazos de nuevo, quebrados desde hace demasiado. Volverlos a unir pero no con los tuyos. Porque has dolido como el último latido del alma y ya no me quedan centímetros en la piel para cubrir de tiritas.
Me dueles y te duelo.
Me sanas y te sano.
Olvidada
Tú, vieja amiga olvidada. Escondida en algún rincón tras la trinchera, esperando la orden para lanzar la granada: granada de realidad que pisa fuerte y se lo lleva todo por delante. Destructiva e intransigente.
Tú, dolorosa olvidada. No te escuché llegar, o tal vez no quise. Hice oídos sordos a tus advertencias, jugué junto al abismo y caí en picado como solo mis decisiones podían llegar a hacerme caer. Estabas allí, en lo más hondo, esperándome cuando pronunciaste aquellas palabras.
Tú, hiriente verdad. Aguardando para ver mis cicatrices sangrar. En la sombra, silenciosa. Veraz.
Tú, dolorosa olvidada. No te escuché llegar, o tal vez no quise. Hice oídos sordos a tus advertencias, jugué junto al abismo y caí en picado como solo mis decisiones podían llegar a hacerme caer. Estabas allí, en lo más hondo, esperándome cuando pronunciaste aquellas palabras.
Tú, hiriente verdad. Aguardando para ver mis cicatrices sangrar. En la sombra, silenciosa. Veraz.
jueves, 7 de septiembre de 2017
El hambre con las ganas de comer
Alguien alguna vez juntó el hambre con las ganas de comer;
sin embargo yo tuve demasiada hambre pero tú nunca ganas de comer.
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